26 junio 2006

Vecinos

Andrea se encontró en el súper a ese vecino tan guapo del tercero. Llevaba una botella de vino y cuchillas de afeitar. ¡Qué romántico! ¿Quién será la afortunada?. Como una estúpida le dejó pasar primero. Yo tengo el carro lleno, no es ninguna molestia, por favor.
Al día siguiente se lo encontró de nuevo, en el portal. Esta vez fue él quien sujetando la puerta le cedió el paso. Hoy por ti, ayer por mí. Jijí se rió nerviosa. Qué educado. Se le caía la baba.
Esa misma tarde llamó a su puerta ding dong. ¿Me puedes dejar un poco de sal, que a ti te sobra? Se puso roja por el piropo.
Cuando al día siguiente la policía acordonó la zona y vinieron los cámaras de televisión, todos los vecinos coincidían en que era un hombre muy guapo y agradable que saludaba sonriente al bajar la basura.
Nadie sabía que Andrea le coló en el súper para comprar el vino que la embriagó y las cuchillas que utilizó para rajarla, ni que la sal que le sobraba a Andrea serviría para torturarla una vez que la carne estuviera abierta, ni que su risa nerviosa cuando coincidieron en el portal se repetiría más adelante. Tampoco que iba a volver a caérsele la baba ni que se pondría roja de nuevo y para siempre, o morada.
No sabían los vecinos lo que contenían las bolsas cuando sonreía al bajar la basura.
Gonzalo Munilla

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Con respecto a la media pregunta con que termina el mini-relato, contesto: "hombre, pues yo". En buena tradición freudiana, al asesino se le delata desde las primeras líneas y nadie se percata: "Llevaba una botella de vino y cuchillas de afeitar. ¡Qué romántico! ¿Quién será la afortunada?". Hasta llegué a sospechar que pobre Andrea fuera alguna masoca, por lo de las cuchillas de afeitar que iban "pegadas" a la pregunta de quién será la afortunada.

Anónimo dijo...

Hola! quería preguntar... hay algún sitio donde se puedan escuchar lo programas de radio que ya se han emitido?

Gracias.